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Ser capaz de poner el abuso que hayas sufrido en el pasado en perspectiva no significa que serás inmune a ser herido en el presente. Si estás cerca de la gente por mucho tiempo, terminarás herido por alguien.
Tus patrones pasados para lidiar con el dolor no son con los que deseas continuar. Así que aquí hay algunos pasos que puedes dar para lidiar con nuevas situaciones. Te ayudarán a desarrollar algunas nuevas técnicas y te impedirán reaccionar ante nuevas heridas en viejas formas.
1. Reconoce la ofensa por lo que es.
¿Es intencional? ¿No es intencional? ¿Es un malentendido? Escucha lo que tu corazón te dice acerca de lo que pasó. Por lo general, tu reacción intestinal es un buen indicador de lo que realmente piensas. Sin embargo, escucha la verdad detrás de esa reacción para asegurarte de que no es una vieja reacción que viene de tu pasado. Elige responder intencionalmente en lugar de reaccionar instintivamente.
2. Resiste la tendencia a defender tu posición.
Si determinas que necesitas confrontar a la persona que te ha hecho daño, ofrece solo tu punto de vista sobre el incidente. Es sorprendente cuántas confrontaciones puedes evitar eliminando estar a la defensiva y la hostilidad. Cuando te apegas a lo que estás sintiendo, le das permiso a la otra persona para explicar su punto de vista. Entonces juntos pueden llegar a un consenso, con suerte resultando en el perdón mutuo.
3. Renuncia a la necesidad de tener razón.
Esto puede ser un desafortunado residuo del abuso pasado y puede escalar una mala situación en una peor. Otras personas tienen derecho a sus propios pensamientos y opiniones. Cuando surgen diferencias de opiniones, no necesariamente significa que una persona tiene razón y la otra está equivocada. Simplemente están en desacuerdo.
4. Reconoce y discúlpate por todo lo que hayas hecho para contribuir a la situación.
Asegúrate, sin embargo, de que es un error legítimo o un descuido y no una culpa falsa provocada por situaciones pasadas. Sin embargo, no asumas que el abuso pasado te da un pase sobre tu propia responsabilidad por tus acciones. Tratar mal a alguien y luego culpar por ello a algo en tu pasado no hace nada en el presente para ayudar a la otra persona, que no tiene la culpa de tu abuso sufrido en el pasado.
5. Responde, no reacciones.
Esto requerirá que hagas una pausa lo suficientemente larga para aprovechar la oportunidad de pensar y evaluar. A veces, sólo esperar agregará una nueva perspectiva necesaria. Al responder y no sólo reaccionar, ejerces el control sobre tu comportamiento. El abuso emocional del pasado puede haber causado que desarrolles puntos bastante sensibles que los otros pueden tocar de forma inadvertida sin comprender las consecuencias. Aprender esta habilidad te ayudará a responder apropiadamente, dando a tus respuestas un mayor poder y significado para los demás.
6. Adopta una actitud de construcción de puentes en lugar de atacar o retroceder.
Una actitud conciliadora es mucho más fácil para todos que lidiar con una actitud hostil y defensiva. Practica mantener una actitud de amor y aceptación. Esto no significa que estés de acuerdo con la persona que te ha hecho daño o con lo que él o ella ha hecho. Más bien, has elegido responder de una forma predeterminada. Cuando explicas tus preocupaciones con una puerta abierta a la reconciliación, verás con satisfacción cómo la otra persona estará dispuesta a atravesar este camino.
7. Date cuenta de que puedes ser el objetivo de la ira de alguien, pero no la fuente de ella.
Puedes encontrarte en la posición poco envidiable de ser la la gota que derrama el vaso para otra persona. Toma la responsabilidad sólo por tu parte, y evita caer en la trampa de aceptar la falsa culpabilidad de los demás.
8. Crea límites personales.
Esto es parte de la recuperación de tu poder personal. Tienes el derecho de definir cuáles son tus límites e insistir en que sean respetados.
9. Ten en cuenta que incluso si alguien te ha hecho daño, no es necesario que se lleve tu felicidad personal.
Recuerda, estás a cargo de tu actitud y respuesta. Puedes superarlo y seguir adelante. Si el dolor fue involuntario, pregúntate, «¿Por qué lo estoy magnificando aferrándome a él? «Si el dolor fue intencional y perdonado, pregúntate: «Si la persona ha pedido mi perdón y ha seguido adelante, ¿por qué sigo atorado en el dolor? «Si el dolor fue intencional y no perdonado, dite a ti mismo, «Elijo perdonar el dolor que la persona me causó para poder superarlo. Entonces reafírmate y determina ser feliz. Esa es una opción que deberías reservar para ti.
